“Atreve a abrir nuevas puertas con 99% mente, 0.5% espíritu y 0.5% físico”.
Quien me conoce sabe que físicamente no soy de llamar la atención (ni por altura, ni complexión); de hecho recordando mi niñez y juventud nunca los deportes fue algo que haya demandado mucho de mi tiempo y ni de casualidad pensar en sobresalir en alguno; practique de todo un poco: tenis, básquetbol, futbol americano (solo jugué un partido....), judo, gimnasia de los que tengo en mente pero siempre con un espíritu un poco por llenar los días con horas y estas a su vez con minutos y por consecuencia con segundos; es decir sin realmente alguno haber llenado mi corazón y mente.
Mi relación con la montaña empieza como a los 20 años de edad (ya con camino recorrido) cuando estaba en la Universidad; un amigo entrañable (cuantos no tenemos y no los frecuentamos por la inercia del día a día) me invitó a dar una rodada en bici de montaña (cuando apenas empezaba a entrar en México, hoy día ya es todo una clase social) recuerdo que fue en el Ajusco (3930 msnm el punto más alto!) y nosotros realmente no llegábamos a más de 3,000 msnm porque nos metíamos por un par de horas a las sombras de los árboles, con su formidable olor a tierra mojada y sus caminos sinuosos que siempre encontrabas partes que implicaban un esfuerzo físico (pero lejos del que requiere una cumbre) por su inclinación pero siempre tenías una recompensa que eran los desniveles donde tomabas velocidades interesantes y la adrenalina empezaba a ser parte de las maravillas de la montaña y terminar la mañana con un buen desayuno con unas quesadillas en comal acompañadas de un jugo de naranja como mexicanos sabemos lo que eso representa.
Dure varios años donde mi pasatiempo fue la bici de montaña (2 a 3 días por semana), participe en algunas carreras (muy recomendables y divertidas); hasta este punto los placeres de la montaña eran su olor, su clima (muchas veces algo de frio pero nunca como un clima de alta montaña), la sombra de los árboles, el goce de poder conectar tu cuerpo y corazón a la naturaleza (esto me parece una de las maravillas de la vida que poco disfrutamos) y por supuesto el poder tener platicas y desayunos que te hacían el día diferente y único.
Mi primer cumbre fue precisamente la del Ajusco en el pico del Aguila (3930 msnm que queda a tan solo dos horas de caminata constante); después vinieron más cumbres Nevado de Toluca (4,680 msnm), Mujer dormida o Izztacihuatl (5,286 msnm) y Pico de Orizaba (5,610 msnm punto más alto de México), la altura de la montaña siempre es medida sobre los metros por encima del nivel de mar y estuve a tan solo 10 días de buscar cumbre en el Kilimanjaro (punto más alto de África).
Realmente mis experiencias en la montaña han sido pocas (comparadas con grandes alpinistas) pero todas con grandes aprendizajes; un día el montañista Mexicano Carlos Carsolio en una plática me dejo muy claro algo “en tu actitud esta tu altitud (por el tema de la altura en las montañas)”, él es un icono en la montaña que ha logrado cumbres de más de 8,000 msnm; montañas que se conquistan después de varias semanas de estar inmerso en las alturas y penumbras de la montaña y realmente creo que esto aplica no solo a la montaña sino a la vida.
Una montaña como Pico de Orizaba implica caminar muchas horas podrían ser más de 12 horas (a un ritmo razonable) a temperaturas que podrían ser con el efecto del aíre por debajo de los 20 grados Celsius (muchooooo frio), la altura es un factor importante porque mientras más alto estés menos oxigeno por lo tanto tu cuerpo tiene que tener la capacidad de generar el O2 necesario lo que implica que tu ritmo cardiaco puede llegar a niveles inimaginables (literal tocas tu corazón y sientes que se sale, impulsa sangre pura a tu cuerpo!!!!), la respiración es tu mejor aliado a esas alturas,
cada respiración es clave e implica un esfuerzo (recordemos que debes guardar la energía necesaria para estar muchas horas en actividad física; cuando llegas a una altura (aprox 4,900 msnm) donde empieza la nieve (que es un éxtasis a tu cuerpo y vista) caminar sobre ella a esas alturas es una sensación como caminar en las nubes (sé que suena a cuento pero es real), donde llega desde mi experiencia el momento decisivo de la montaña ya que tendrás que poner tu mente (99%), Espíritu (0.5%) y Físico (0.5%) para llegar a la cumbre y a partir de este momento subes con Arnés y cuerdas amarrado al resto de las personas con las que buscaras cumbre (en mi caso siempre subimos 3 o 4 y debe ser 100% confiables para ti, la vida de todo está en juego) en ese momento se vuelven un solo ser que puede llegar a cumbre (si uno da un paso derecho el resto tiene que hacerlo, el ritmo del grupo es el ritmo de todos, logras una conexión única a través del lenguaje corporal a estas alturas hablas lo mínimo porque todo esfuerzo implica O2).
Hay un tema clave que tu cuerpo tiene que aclimatarse (acostumbre a las alturas y a la cantidad de O2 mínimo para poder seguir funcionando perfectamente) si no logras una buena aclimatación en el lenguaje de montaña decimos que te puede dar soroche (mareos, falta de coordinación de tus piernas, dolor de cabeza, etc.) en esos momentos la única medicina es bajar a alguna altura que tu cuerpo recupere su control.
Les compartiré un par de experiencias de la montaña curiosas: mi primera noche en alta montaña dormí en la cumbre del nevado de Toluca (4,680 msnm) y como inexperto me lleve aspirinas efervescentes por el dolor de cuerpo y cabeza (tomarse algo efervescente a esa altura es como tomar 10 coca colas en un solo jalón.... ) y en una ocasión en cuestión de minutos después de haber conquistado la cumbre del Izztacihuatl (5,286 msnm) con más de 13 horas de actividad física a esas alturas se empezó a cerrar el clima en cuestión de minutos (máximo 10) y empezó una tormenta eléctrica (literal lo más cerca que he estado de un rayo parece que lo tienes al lado) como traes equipo con metal los atraes por lo que se vuelve muy peligroso al grado de en segundos repase toda mi vida, pero en esos momentos lo más importante es mantener la calma (nuevamente la respiración tu mejor aliado) esto te permite pensar mejor, continuamos el descenso y gracias a Dios no paso a mayores y después de 6 horas logre llegar al albergue; esa fue la jornada más larga de montaña que he tenido 18 horas, llegando simplemente me quite las botas y estuve durante varios minutos sin hablar y feliz de haber traído una cumbre en la bolsa y estar con bien después de la tormenta eléctrica, es muy raro que esto suceda; por ello siempre yo antes de subir una montaña le pido permiso.
Durante todas las horas de montaña se da un dialogo interno (me parece el más importante y que pocas veces lo hacemos por la inercia de la vida) increíble porque no tienes distractores solo tú, tu mente y la montaña; pasas por diferentes etapas: emoción de nuevamente buscar cumbre, incertidumbre cuando tu cuerpo no se aclimata bien, alegría infinita, dolor pero de aquel que se aprende y disfruta, gozo absoluto, etc... cada experiencia en la montaña se vive algo diferente, tu dialogo interno va evolucionando y cada vez te conoces más, la montaña te da ese espacio entrañable.
La montaña es prácticamente mental, es el principal socio que debes de tener si quieres conquistar una cumbre, tu mente en todo momento está planteando escenarios (que tanto me
falta, mi cuerpo está estable, debo acelerar o disminuir mi paso, necesito hidratarme-alimentarme a esas alturas dos tragos de agua son la gloria porque no necesitas más ni desearías cargar mucha agua por el peso, las gomitas que se ponen duras por la temperatura son como caviar y es literal que es como si te estuvieras comiendo una roca con azúcar).
Normalmente empiezas a atacar cumbres con la luz de la luna lo que implica que intentes dormir (a esas alturas nunca he podido dormir) como a las 6 pm para levantarte a las 12:00 a.m. para empezar a atacar cumbre; caminar en la noche con las estrellas es algo que me es complicado describir pero les puedo decir que son de los paisajes más bellos que he visto en mi vida.
Un dato curioso cuando llegas a cumbre es un sentimiento de gloria, liberación, reencuentro, hay tantos sentimientos en cuestión de segundos es como si te inyectaran en todo tu cuerpo una dosis de vida nueva, el tiempo máximo que debes estar es no más de 30 minutos (tu cuerpo se enfría y te esperan varias horas en descender y no puede agarrarte la noche de bajada (o digamos que no es lo más recomendable), los accidentes más trágicos de la montaña siempre son en descenso.
¡Podría seguirles contando más experiencias de montaña pero no quiero cansarlos!
El ser montañista es un reto mental más fuerte ya que pones al límite tu cuerpo, espíritu y alma, la satisfacción que te da el llegar a lugares indescriptibles te llena de vida y la vista vive un “éxtasis” que es sencillo de encontrar en nuestro día a día. Al mismo tiempo cada vez que voy a la montaña me refresca la importancia de que en la vida hay que correr riesgos, moverte, disfrutarla pero de una forma prudente (un mal paso en la montaña te cuesta la vida) pero irónico la montaña me ha dado de los mejores días de mi vida.
Cambiando un poco de tema les platico que muy recientemente me propuse correr un maratón con tan solo 4 meses de preparación sin haber corrido ni 500 metros antes en mi vida y les comparto lo que para mí represento:
“Yo te diría que la experiencia de correr un maratón para mí fue el poder encontrar que el ser humano es tan fuerte y puede llegar realmente hasta donde lo dicte su corazón. No es sencillo pero todo el camino (desde que empiezas a entrenar) y la cúspide que es el maratón te dejan muchos aprendizajes internos que por ende te hacen mejor ser humano. Te ayuda a despertar todos tus sentidos al máximo”.
Las puertas de tu vida las debes abrir con 99% mente, 0.5% espíritu y 0.5% físico” y simplemente date la oportunidad de disfrutar esas experiencias que siempre has soñado.
Por ello creo que “para disfrutar las mieles de la vida literalmente hay que poner la vida como ser humano”.
¿Cuál es tu cumbre o maratón en la vida?
Cuando quieran tomar un café y seguir platicando de estos temas aquí estamos!